Me levanté con la cara pintada
en la pared, entre las mordisqueadas
de luna que sin penas se acostada.
La sirena me recita unos haikus
que amarra en las plumas de mi almohada.
El unicornio hablando con las nubes,
Éire destierra sin sabor la lluvia,
las cascadas invaden sus cabellos.
El día se muere cuando decide
el sol, observar como van naciendo
lo sueños más profundos de afrodita.
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